En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios , y el Verbo era Dios... Y aquel Verbo fué hecho carne, y habitó entre nosotros...

Son demasiadas las personas que no creen que Jesucristo, es Dios mismo. Pero la verdad es que JESUCRISTO ES EL TODO PODEROSO. Esto lo demostraremos a continuación: En Malaquías capítulo tres, Jehová dijo por boca del Profeta: "He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mi; y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros". Atentamente, ponga atención a lo siguiente; Dios dijo: "yo" y "mi mensajero" y "delante de mi". Todo estudiante de la Bíblia sabe que "mi mensajero" está hablando de Juan el Bautista. Dios, (Jehová), dijo que Juan el Bautista vendría delante de El (Dios, Jehová) preparando el camino. Pero todos nosotros sabemos sin lugar a duda, que Juan el Bautista vino delante de Jesucristo. ¿Qué sucedió? ... ¿Mintió Dios?...¡no!... "Y vendrá súbitamente a su templo el Señor". Es correcto; eso fue Dios (Jehová), que al cumplir su palabra vino a su templo. ¿Y cuál era ese templo? Pues,...Jesucristo. ¡Gloria al Señor! El claramente nos está diciendo que Jehová (Dios mismo) bajaría a un templo que conocimos como Jesucristo, y de esa manera vemos toda la escritura corriendo en armonía. Ahora podemos entender; porque nuestro Señor Jesucristo dijo en Juan (14-7): "Si me conociéseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto. ¡Oh! mi hermano, no seamos ciegos; El claramente les dijo, que El, era el cumplimiento de la escritura que dice: "Y vendrá súbitamente a su templo el Señor". Era Jehová morando plenamente en aquel cuerpo humano que fué su hijo, por cúanto fué engendrado por el Espíritu Santo. Felipe experimentó incredulidad como muchos hoy día que no pueden creer que Jesucristo es el Todo Poderoso. Continuemos leyendo en San Juan 14 (8-10):
"8) Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. 9) Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mi, ha visto al Padre; ¿Cómo, pues, dices tu: Muéstranos el Padre? 10) ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mi? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mi, él hace las obras."
Ciertamente, me gozo tremendamente en la Palabra de Dios, pues vemos que no puede fallar. El hombre es el que falla cuando la interpreta.
El apóstol Pablo enviado a nosotros los gentiles, dijo en Romanos (9-5): "De quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas la cosas, bendito por los siglos. Amen."
¿No se goza usted alma preciosa al ver estas verdades?, no importa lo que el mundo diga, Dios ya dijo; Su Palabra es siempre perfecta. Podemos comprender claramente San Juan capítulo uno. Vemos, que el Verbo (La Palabra) era con Dios y que el Verbo era Dios. Y en Juan 1-14 comprendemos, que cuando el Verbo (La Palabra) se hizo carne, entonces vimos a Jesucristo. Una vez más se nos demuestra que cuando Jehová bajó a su templo, esto no fué, ni más ni menos que La Palabra, que es Dios mismo haciéndose carne y morando entre los hombres, quienes tienen por costumbre rechazarlo por cualquier interpretación humana que se contradice con la Bíblia.

Tenemos muchas escrituras que prueban sin lugar a duda, que ciertamente Jesucristo es el Dios Todo Poderoso. Recuerde... si Jesucristo no es Dios, entonces Jehová mintió cuando dijo que "su mensajero" vendría delante de El. También Jesucristo mintió, cuando dijo que él, y su Padre eran uno.
¡Dios no miente!
Dios no quiere que su pueblo esté confundido ignorando su verdadera identidad. Fué debido a esto, que el Apóstol Pablo dijo en Colosenses 2 (8-10):
"Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y hueca sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo. 9) Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, 10) y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad." La palabra Deidad significa la condición de ser Dios. Cuando la Biblia dice que en Jesucristo habita corporalmente la plenitud de la Deidad, esto es Dios en su totalidad.

Alguién podría argumentar que Jesucristo y Dios no pueden ser la misma persona, ya que en San Juan 14-28 Jesucristo dijo: "...Porque el Padre mayor es que yo.", de tal manera que si el Padre es mayor que el hijo, entonces el Padre y el hijo no pueden ser el mismo.
Mis hermanos y hermanas, ese razonamiento es válido, si usted no conoce las Escrituras. Pues, nosotros sabemos que Dios (El Padre) es Espíritu, y Jesucristo (El Hijo) es carne. También comprendemos, que el Espíritu es mayor que la carne. ¡Amen! Entonces, "el Padre es mayor que el Hijo". Esto de ningúna manera contradice la Verdad de que el Padre y el Hijo son uno y la misma persona.
No se le olvide: "Y aquel verbo (...y el verbo era Dios) fué hecho carne, y habitó entre nosotros..." ¡Ciertamente Su Palabra es perfecta! Cuando el Verbo, que es la palabra, se hizo carne, ciertamente vimos a nuestro precioso Salvador, El Señor Jesucristo, que siendo inmortal, se hizo mortal para poder pagar por las deudas de todos aquellos que le aman y le obedecen.


LA SALVACIÓN ACTUADA EN LA HISTORIA

¿Cómo se realiza la salvación integral obrada por Jesucristo en su progresiva actuación en la historia de la humanidad? Reflexionando sobre esta pregunta Juan Pablo II, durante la audiencia general de esta mañana, dijo: «Precisamente sobre este problema los discípulos preguntan a Jesús antes de la Ascensión: "Señor, ¿es en este momento cuando vas a restablecer el Reino de Israel?" (Hch 1, 6)».

«La pregunta así formulada revela cómo todavía están condicionados por las perspectivas de una esperanza que concibe el Reino de Dios como un evento estrechamente vinculado al destino nacional de Israel. Durante los cuarenta días entre la Resurrección y la Ascensión, Jesús les había hablado del "Reino de Dios" (Hch 1, 3). Pero ellos sólo después de la gran efusión del Espíritu en Pentecostés estarán capacitados para captar las dimensiones más profundas. Mientras tanto Jesús corrige su impaciencia, empujada por el deseo de un reino de perfiles demasiado políticos y terrenos, invitándoles a someterse a los designios misteriosos de Dios: "sA vosotros no os toca conocer el tiempo y el momento que ha fijado el Padre con su autoridad" (Hch 1, 7)».

«Este aviso de Jesús sobre los "tiempos de Dios" --prosiguió Juan Pablo II-- se revela más actual que nunca, tras dos mil años de cristianismo. De cara al crecimiento más bien lento del Reino de Dios en el mundo, se nos pide fiarnos del plan del Padre misericordioso, que todo lo guía con sabiduría trascendente. Jesús nos invita a admirar la "paciencia" del Padre, que adapta su acción transformadora a la lentitud de la naturaleza humana herida por el pecado. Esta paciencia ya se había manifestado en el Antiguo Testamento, en la larga historia que había preparado la venida de Jesús (cf. Rm 3, 26). Ella continúa manifestándose después de Cristo, en el desarrollo de la Iglesia (cf. 2P 3, 9)».

«En su respuesta a los discípulos, Jesús habla de los "tiempos" (en griego, crónos) y de los "momentos" (en griego, kairos). Estas dos expresiones del lenguaje bíblico sobre el tiempo presentan dos matices que es bueno recordar. El "cronos" es el tiempo en su transcurso ordinario, incluido también bajo el influjo de la Providencia divina que todo lo dirige. Pero en este transcurso ordinario de la historia, Dios pone sus intervenciones especiales, que confieren a determinados tiempos un valor salvífico del todo particular. Son precisamente los "kairos", los momentos de Dios, que el hombre ha de discernir y por los cuales se debe dejar interpelar».

El Santo Padre explicó cómo «a la luz de esta distinción entre "crónos" y "kairos" es posible releer también la historia de la Iglesia. Enviada a toda la humanidad, la Iglesia conoce momentos diversos en su desarrollo. En algunos lugares y períodos encuentra especiales dificultades y obstáculos, en otros su progreso es mucho más veloz. Se registran largos tiempos de espera, en los que los esfuerzos intensos de los misioneros parecen ineficaces. Son tiempos que ponen a prueba la fuerza de la esperanza, orientándola hacia un futuro más lejano. Sin embargo, existen también momentos favorables, en los que la Buena Nueva encuentra una acogida benévola y las conversiones se multiplican. El primero y fundamental momento de gracia más abundante lo constituye Pentecostés. Muchos otros han venido después y seguirán viniendo».

«Cuando llega uno de estos momentos --precisó el Pontífice-- quienes tienen una especial responsabilidad de la evangelización son llamados a reconocerlo, para aprovechar mejor las posibilidades ofrecidas por la gracia. Pero no es posible determinar con antelación las fechas. La respuesta de Jesús (cf. Hch 1, 7) no se limita a frenar la impaciencia de los discípulos, sino que subraya también su responsabilidad. Ellos experimentan la tentación de esperar que Jesús provea a todo. Reciben, por el contrario, una misión que los llama a un generoso empeño: "Seréis mis testigos" (Hch 1, 8). Si con la Ascensión se aleja de su mirada, Jesús quiere sin embargo, precisamente mediante sus discípulos, seguir haciéndose presente en el mundo. A ellos les confía la tarea de la difusión del Evangelio por todo el universo, impulsándoles a salir de la angosta perspectiva limitada a Israel. Ensancha su horizonte, invitándoles a ser testigos "en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra" (Hch 1,8). Todo se realizará por tanto en el nombre de Cristo, pero sobre todo a través de la obra personal de estos testigos».

«Ante esta comprometedora misión --concluyó Juan Pablo II-- los discípulos podrían haberse retirado amedrentados, juzgándose incapaces de asumir una responsabilidad tan grave. Pero Jesús les indica el secreto que les permitirá estar a la altura de la tarea: "recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros (Hch 1, 8)". Con esta fuerza los discípulos lograrán ser, a pesar de la debilidad humana, auténticos testigos de Cristo en todo el mundo. En Pentecostés, el Espíritu Santo colma a cada uno de los discípulos y a la comunidad entera con la abundancia y la diversidad de sus dones. Jesús revela la importancia del don de la "fuerza" (en griego, dínamis), que sostendrá su acción apostólica. En la Anunciación, el Espíritu Santo había descendido sobre María como "fuerza del Altísimo" (cf Lc 1, 35), realizando en su seno la maravilla de la Encarnación. La misma potencia del Espíritu Santo producirá nuevas maravillas de gracia en la obra de la evangelización de los pueblos».


MANDAMIENTO DE JESUS PARA LA PERFECCION CRISTIANA

 

"El que quiera venirse conmigo, que reniegue de si mismo, que cargue con su cruz, y me siga" (Mt.16,24; Lc 9,23)

La perfección cristiana consiste en:

1-En querer ser santo: "El que quiera venirse conmigo",

"El que quiera". No dice "los que quieran", para indicar que son muy pocos los que buscan llevar la cruz. Por lo tanto es muy reducido el numero de los que se salva. (Las Escrituras y los santos, ej. S.Basilio, S. Efrén, S. Simón el Estilita, S.Teresa de Avila, S. Agustín, Sto. Tomas Aquino concuerdan en esto)

El conocimiento practico del misterio de la cruz se comunica a pocos.

"A vosotros se os ha dado a conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no" (Mt.13,11). Para recibirlo hay que estar decidido a entregar su vida, renunciar al mundo y ser amigo de Dios. "Resuelto a sacrificarlo todo, emprenderlo y padecerlo todo por Jesucristo"

Hace falta voluntad.

"El que quiera". O sea, el que tenga voluntad sincera, firme, resuelta. No por instinto natural, rutina, egoísmo o respeto humano, sino por la gracia del Espíritu Santo.

Sepan que aquellos que no tienen tal determinación andan solo con un solo pie. La cruz se debe amar con corazón generoso y de buena gana.

"Una voluntad a medias -lo mismo que una oveja sarnosa-basta para contagiar todo el rebano. Si una de estas hubiera entrado en el redil por la falsa puerta de lo mundano, echadla fuera en nombre de Jesucristo, como al lobo de entre las ovejas" (ver: Mat. 7,15; Jn.10,1)

Jesús, "En vez del gozo que se le ofrecía, soporto la cruz" (Hebr. 12,2).

2-En abnegarse: "que reniegue de si mismo",

El que quiera seguirme, a imitación mía, debe gloriarse solo en la pobreza, las humillaciones, y padecimientos de mi cruz: "que reniegue e si mismo". Mi amor en el le hará desear tanto seguirme que pondrá todo su corazón en el Reino sin contar el costo.

"Fuera de entre ustedes los engreídos por sus propias luces y talentos, los charlatanes que aman mucho el ruido, los devotos orgullosos que, como Lucifer, dicen "No soy como los demás" (Lc. 18,11), los que no pueden soportar que los censuren, sin excusarse; que los ataquen, sin defenderse; que los humillen, sin ensalzarse."

"No admitan entre ustedes a personas delicadas que rehuyen la menor molestia, que gritan y se quejan ante el mas leve dolor."

3-En padecer: "que cargue con su cruz"

La cruz son las humillaciones, menosprecios, dolores, enfermedades, pobreza, tentaciones, sequedades, abandonos, penalidades espirituales y todo tipo de circunstancias duras.

Dios no se place en los sufrimientos de nadie. Pero Dios saca de el las mas grandes victorias contra el enemigo si sus hijos llevan el sufrimiento con amor y confianza en Dios. La cruz nos purifica de tantos apegos a la carne y al mundo y nos ayuda a buscar primero el Reino de Dios.

Dios sabe y tiene bajo su providencia cada cruz que tengamos que llevar de manera que ninguna vendrá sin que el nos de la gracia necesaria si se la pedimos. El sabe la cruz que nos conviene y aunque desgarre su corazón amoroso permite que la llevemos para nuestro bien.

"Que cada uno cargue su propia cruz con entusiasmo y valentía. La cruz que mi Sabiduría le fabrico con numero, peso y medida..como fruto del amor infinito que le tengo".

"`Que cargue': Que no la arrastre, ni la rechace, ni la recorte, ni la oculte. En otras palabras, que la lleve con la mano en alto, sin impaciencia ni repugnancia, sin quejas ni criticas voluntarias, sin medias tintas ni componendas".

"Que la plante en su corazón por amor, para transformarla en zarza ardiente, que día y noche se abrase en el puro amor de Dios, sin que llegue a consumirse...puesto que nada hay tan necesario, tan útil, tan dulce ni tan glorioso como padecer algo por Jesucristo".

S. Pablo: "Lo que es a mi, Dios me libre de gloriarme mas que de la cruz de nuestro Señor Jesucristo" (Gal. 6,14).

Nada tan necesario como cargar la cruz.

La cruz es necesaria para nosotros pecadores: Las cruces de esta vida nos ayudan a unirnos a Cristo y no caer en el castigo del infierno que todos merecemos.

No pensemos que estamos seguros de no ir al infierno. Muchos creyéndose buenos estaban seguros de ellos mismos, se han permitido descuidos y quedaron condenados.

¿Pensamos esto cuando sufrimos alguna pena?. Estaríamos contentos de sufrir ahora si tan solo pensáramos en el purgatorio que es un padecer horrible. Muchos van allí por haberse conformado con confesiones a la ligera. Vale la pena padecer ahora y arrancar del demonio el libro de la muerte (Col. 2,14) en el que lleva anotados todos nuestros pecados y el castigo que merecen.

En la otra vida todo se paga hasta el último centavo (Mt. 5,26), hasta la ultima palabra ociosa (Mt. 12,36). Ese mal pensamiento, esa palabra que se llevo el viento, serán castigados con espantosos tormentos (Heb. 10,31).

No es que a Dios le falte misericordia. Mas bien hay que entender que la misericordia no se consigue sin abrirnos a la cruz. Jesús nos dice: "podéis beber el cáliz? (Mt. 20,22).

Excelente cosa es desear la gloria de Dios. Pero desearla y pedirla sin decidirse a padecerlo todo es una locura y una petición extravagante: "no saben lo que piden" (ibid) En realidad para ser amigos de Dios y para entrar en el Reino "Tenemos que pasar mucho" (Hechos 14,22).

La cruz es necesaria para los hijos de Dios.

Con razón nos gloriamos de ser hijos de Dios, pero también debemos gloriarnos de sufrir con El.

"Han echado en olvido la exhortación que como a hijos se os dirige: Hijo mío, no menosprecies la corrección del Señor; ni te desanimes al ser reprendido por el. Pues a quien ama el Señor, le corrige; y azota a todos los hijos que acoge. Sufrís para corrección vuestra. Como hijos os trata Dios, y ?que hijo hay a quien su padre no corrige? Pero si quedan sin corrección, cosa que todos reciben, señal de que son ustedes bastardos y no hijos. Además teníamos a nuestros padres según la carne, que nos corregían, y les respetábamos. ?No nos someteremos mejor al Padre de los espíritus para vivir? !eso que ellos nos corregían según sus luces y para poco tiempo!; mas el, para provecho nuestro, en orden a hacernos participes de su santidad. Cierto que ninguna corrección es de momento agradable, sino penosa; pero luego produce fruto apacible de justicia a los ejercitados en ella". (Hebr. 12,5-11)

La cruz es necesaria para los discípulos de un Cristo crucificado

"mientras los judíos piden señales y los griegos buscan sabiduría, nosotros predicamos a un Cristo crucificado: escándalo para los judíos y necedad para los gentiles; mas para los llamados, lo mismo judíos que griegos, un Cristo, fuerza de Dios y sabiduría de Dios". (1 Cor. 1,22-24).

Jesucristo es el único maestro que predica la cruz. Aquel de ustedes que sepa llevar mejor su cruz -aunque, por otra parte, sea un analfabeto- es mas sabio en Jesucristo que todos los demás. Alégrate pues si eres de poca sabiduría según el mundo; si sabes sufrir con alegría, sabes mas que los que tienen doctorados de las grandes universidades pero no saben sufrir tan bien como tu.(Mat. 11,25)

San Pablo, al bajar del tercer cielo -donde aprendió misterios escondidos a los mismos ángeles-, exclama que no quiere saber nada fuera de Jesucristo crucificado. (1 Cor. 2,2)

La cruz es necesaria para los miembros de Jesucristo.

Somos miembros de Jesucristo, somos su cuerpo. ¡Que honor! ¡Pero que necesidad tan imperiosa de padecer implica serlo!

¿Si la Cabeza esta coronada de espinas (Mt. 27,29), estarán los miembros coronados de rosas?.

¿Si la Cabeza es escarnecida camino al calvario (Mc.14,65), querrán los miembros vivir perfumados?.

¿Si la Cabeza no tiene donde reclinarse (Mt. 8,20), descansaran los miembros entre plumas?. !Eso seria una monstruosidad!. No se hagan ilusiones.

Esos cristianos que veis por todas partes trajeados a la moda, en extremo delicados... no son los verdaderos discípulos de Jesús crucificado. ¡Cuantas caricaturas de cristianos que... mientras hacen con la mano la señal de la cruz, son sus enemigos en el corazón!.

Si Cristo es nuestra cabeza, aceptemos como El la cruz por amor. Pues es necesario que el discípulo sea tratado como el Maestro, los miembros como la cabeza. Y, si el cielo nos ofrece -como a Santa Catalina de Siena- una corona de espinas y otra de rosas, escojamos la de espinas y hundámosla en nuestra cabeza para asemejarnos mas a Jesucristo.

Ver la cruz sabiendo que somos piedras vivas.

Somos piedras vivas del templo. Nos disponemos a ser labrados con el martillo de la cruz para no quedar como piedras toscas, que no sirven. No resistir al Señor que como arquitecto amoroso da golpes de martillo para convertirnos en bellas piedras para su edificio.

Hay que sufrir como los santos.

Jesús crucificado y María a sus pies, su corazón traspasado por una espada. Esta es la cruz. Si aceptamos la apreciación popular de lo que es ser cristiano no seguiremos a Jesús.

Veamos mas bien a los santos. Ellos siguieron el ejemplo de Jesús con heroica fidelidad sin compararse al mundo ni conformarse con la mediocridad espiritual.

Debemos conocer y reflexionar a menudo sobre sus vidas para ver la grandeza del amor a que se nos invita.

Estamos unidos a los santos (la comunión de los santos) en torno a Cristo. Ellos son "una inmensa nube de testigos" (Heb. 12,1).

¿Podemos entonces eximirnos de imitarlos en su amor a la cruz?

Si no sufrimos como santos lo haremos como malditos. No es posible, al final evitar el sufrimiento. Si no sufrimos en el Señor, entonces será sin el consuelo de la gracia, sin la ayuda de Jesús, además tendremos el peso del demonio: la impaciencia, la murmuración y al final el infierno.

Nada tan dulce como la cruz.

Tenemos una fuerte tendencia de conformarnos con `no hacer nada malo' y no disponernos a sufrir por amor a Jesús.

Todos los cristianos creemos en la cruz pero perdemos conciencia de su realidad. Se va quedando en teoría. El mundo nos va haciendo minimizar su actualidad porque la ley del mundo es: evitar el sufrimiento a todo costo.

Nada se puede esperar de Cristianos así. Son tierra que no produce.

Si sufrimos por amor a Dios, la cruz se hará mas y mas suave porque la carne tendrá menos dominio sobre nosotros. "La cruz abrazada es la menos pesada" -Sta. Teresa de Avila.

Nada tan glorioso.

Los santos gozaban en el Espíritu en medio de los tormentos. La alegría de la cruz es mayor que la de prisioneros liberados de la cárcel. Debemos estar alegres en las pruebas, saltar de gozo en la persecución no porque nos guste en la carne sino porque el mismo Dios viene a nosotros. Por eso decía Santa Teresa de Avila: "O padecer o morir".

El mundo llama a la cruz `locura, infamia, necedad' porque están ciegos y la juzgan humanamente. Pero para nosotros la cruz es la gloria (1 Cor. 1,1-2). San Pedro y Pablo son mas gloriosos por sus calabozos que por haber sido arrebatados en éxtasis.

4-En obrar: "y me siga"

REGLAS PARA LLEVAR LA CRUZ

1)No buscarse cruces.

No hay que inventarse cruces ni hacer el mal para sacar un bien. Si buscamos amar a Dios y al prójimo no faltaran cruces autenticas.

Mucho menos buscar cruces para los demás. Solo el maligno hace eso.

"¿Porque, pues, ahora tentáis a Dios queriendo poner sobre el cuello de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros pudimos sobrellevar? Nosotros creemos mas bien que nos salvamos por la gracia"(Hechos 15,10)

2)Tener en cuenta el bien del prójimo.

Si lo que vas a hacer pudiera escandalizar al prójimo, aunque sin motivo, abstente de hacerlo por caridad para evitar el escándalo de los débiles.

Pero, si el bien que vas a hacer es algo bueno que crees que Dios quiere, es recomendable sigas tu conciencia aunque algún espíritu malintencionado se escandalice sin motivo. (Mt. 15,14)

3)No pretender sufrir como los grandes santos.

Algunos santos pidieron cruces mediante actuaciones ridículas. Admirémoslos pues es por actuación especial del Espíritu pero no pretendamos volar tan alto. "Comparados con estas águilas nosotros somos como gallinas mojadas".

Primero tenemos mucho que andar llevando las cruces de nuestra vocación.

4)Pedir a Dios la sabiduría de la cruz.

Debemos pedir la sabiduría de la cruz que permite contemplar, a la luz de la fe, los misterios de la cruz. O sea, poder desear y amar la cruz porque vemos que el amor vale la pena.

Esta sabiduría se alcanza con la experiencia de la cruz y la ferviente oración. Hay que pedirla insistentemente, sin titubeos y entonces siempre se alcanza.

5)Humillarse por las propias faltas, pero sin turbación.

Cuando por ignorancia o por cualquier culpa cometemos alguna torpeza que nos cause una cruz, nos debemos humillar inmediatamente dentro de nosotros mismos ante la mano poderosa de Dios pidiéndole perdón y aceptando lo que venga.

Dios nos humilla para purificarnos. Estamos muy corrompidos por el pecado de Adán y por nuestros pecados. Cuando descubrimos algún don de Dios muy pronto lo ensuciamos con orgullo o ideas humanas. Por eso Dios nos permite tener incertidumbres, tentaciones, tinieblas, para llevarnos a la humildad y la santidad.

A menudo Dios permite que sus mejores servidores cometan faltas de las mas humillantes para empequeñecerlos a sus propios ojos y delante de los hombres, para quitarles el orgullo que tienen por las gracias recibidas, de modo que ningún mortal puede orgullecerse ante Dios. (1 Cor. 1,29).

6)No basta sufrir.

Hay muchos que sufren y hasta entregan la vida por ideales malos. El demonio y el mundo tienen sus mártires. Hay que sufrir por amor a Jesucristo, por obediencia, como El.

7)Evitar los engaños del orgullo.

Mucho cuidado de no creer -como los devotos orgullosos- que vuestras cruces son grandes, que son prueba de que estáis ya muy avanzados y Dios os esta llevando a la purificación mas perfecta. "Este engaño es sutil e ingenioso pero lleno de veneno".

Piensa mas bien que:

a)Tu orgullo y delicadeza te lleva a considerar como vigas las pajas, como llagas las picaduras; una palabrita como una injuria atroz y un cruel abandono.

b)Que las cruces que Dios os mando son castigos amorosos por tus pecados.

c)Que por mas cruces y humillaciones que Dios te envíe, te perdona infinitamente mas. Lo has ofendido y merecías el infierno pero El te salvo.

d)Que hay mucho del ego mezclado con tu paciencia. Fíjate en tus miramientos, tus veladas búsquedas de consuelos con los amigos, esas disculpas rebuscadas, esas quejas tan bien formuladas contra quienes te han hecho daño, ese revolver deleitosamente los propios males, esa creencia luciferina de que eres de gran valía (Hechos 8,9). Estas son las actitudes de la carne aun en los sufrimientos.

8)Aprovecha los sufrimientos pequeños.

Dios no mira tanto lo que se sufre sino como se sufre. Sufrir mucho, pero mal, es sufrir como condenados; sufrir mucho y con valor, pero por una mala causa, es sufrir como mártires del demonio; sufrir poco o mucho por Dios, es sufrir como santos.

Llevar alegremente las cruces pequeñas y sin brillo, como el mercader que saca provecho de todo: Las pequeñas molestias del vecino, una pequeña injuria, la perdida de algún dinero, un pequeño malestar, etc.. Por todo di: "Gracias a Dios".

9)Ama la cruz con amor sobrenatural.

La naturaleza humana rechaza y se rebela ante el sufrimiento, la enfermedad y la muerte. Los sentidos, que son la parte inferior del ser, gimen y buscan alivio. Esto es normal.

Cuando se habla de amar la cruz, no se trata de un amor sensible. Jesús no amo la cruz con la voluntad de la carne. "Padre, no se haga mi voluntad sino la tuya"(Lc. 22,42). La cruz se ama con un amor espiritual, aun sin sentir alegría en los sentidos, generalmente sin percibir gozo en el alma. Amamos la cruz mediante la luz de la fe desnuda.

10)Sufrir toda clase de cruces sin excepción ni selección.

La meta suprema de la gloria divina y la felicidad verdadera es el abandono total. Así decía S. Francisco que la felicidad perfecta esta en poder seguir amando aun cuando humanamente esta todo perdido y nos han abandonado.

11)Para acostumbrarnos a sufrir como se debe, acostúmbrate a considerar cuatro cosas.

a)La mirada de Dios: Dios mira al hombre que lucha por El, contra la fortuna, el mundo, el infierno y contra si mismo, al hombre que lleva la cruz con alegría. Dios lo mira como un Padre orgulloso. El Señor a Satanás: ?te has fijado en mi siervo Job, que sufre por mi? (Job 2,3).

b)La mano de Dios: El Señor permite todo el mal que nos sobreviene. La misma mano que domina los astros hace caer el cabello de tu cabeza (Lc. 21,18).

No es el autor de la malicia pero permitió la acción. Los agresores están siendo usados por Dios, no irritemos la justicia usurpando los derechos de la venganza. Reconoce que lo tienes merecido. !No hieras! !No hables!.

Con una mano todopoderosa e infinitamente prudente, Dios os sostiene, mientras os corrige con la otra. Humilla y enaltece. No permite que seas tentado y afligido por encima de tus fuerzas;

c)Las llagas y los dolores de Jesús.

El Espíritu Santo nos ordena a contemplar las llagas y los dolores de Jesús (Gal. 3,1) y a armarnos con esos pensamientos (1 Pe. 4,1).

Mira al inocente y ve de que te quejas siendo tu culpable. Mira tus problemas la incomprensión, la injusticia, el dolor, la pobreza, y otras cruces) ante la cruz. ¿Son comparables?. En El encuentras la victoria sobre cualquier adversidad.

d)Piensa en el cielo y el infierno.

Lo que nos aguarda en cada lugar esta mas allá de nuestra comprensión pero, si meditamos, tendremos la suficiente claridad para desear el cielo. El cielo da animo a los santos y mártires en sus trabajos y tormentos.

Miremos a los ángeles que nos animan diciendo: "Cuidado con perder la corona destinada a recompensar la cruz que os ha tocado"

Miremos al infierno donde iremos junto a todos los malvados si nuestro padecer -como el suyo- va acompañado de murmuraciones, despechos y venganzas.

Exclamemos con S.Agustín: "Quema, Señor; corta, poda, divide en esta vida en castigo de mis pecados, con tal que me perdones en la eternidad".

12)No quejarse mas de las criaturas.

Hay tres clases de queja:

a)La queja involuntaria es cuando el cuerpo gime. Si el alma en su parte superior esta sometida a la voluntad de Dios, no hay pecado.

b)La queja razonable: nos quejamos ante los que pueden remediar el mal: al superior, al medico... Esta queja puede constituir una imperfección si es demasiado intempestiva, pero no es pecado.

c)La queja criminal: cuando nos quejamos al prójimo del mal que nos inflige para vengarnos o desahogarnos añadiéndole impaciencia y murmuración. Aquí hay pecado.

13)Recibir la cruz con gratitud.

No recibas nunca la cruz sin besarla humildemente con agradecimiento.

14)Carga con cruces voluntarias.

Estar atento a oportunidades de amar que se nos escapan por miedo a la cruz.

Por ejemplo: ?Tienes algo que en verdad otros lo necesitan mas que tu aunque le tienes mucho cariño? Dáselo a los pobres. ?Quisieras tener cosas superfluas cuando Jesús es tan pobre?; ?Tienes rechazo por alguna persona? Sírvele con humildad; Tienes exagerada afección a una persona? Sepárate un poco; Tienes prisa natural por ver, actuar, aparecer en publico, ir a tal sitio?, detente, calla, ocúltate.

Quien sea fiel en lo poco, aun en las pequeñas cruces, el Señor, -como lo tiene prometido- os pondrá al frente de lo mucho (Mt. 25,21-23)


LA ULTIMA PROFECIA PARA ESTA GENERACION

Estamos en una generación en que todos los líderes religiosos tienen que tener sus ojos bien abiertos para que no les pase como les pasó a los líderes religiosos de la religión hebrea, donde Dios cumplió la Primera Venida del Mesías. Y es la religión cristiana la que tiene la promesa de la Segunda Venida de Cristo.
Estén bien despiertos porque este es el evento más grande de la Profecía, prometido para esta generación en la cual nosotros estamos viviendo. Cristo dijo: "No pasará esta generación hasta que todas estas cosas acontezcan."
Ahora, es tiempo de estar despiertos para que no se nos pase por alto, por encima, el cumplimiento de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.
Tenemos que estar bien despiertos para que después no vayan a decir: "Pero es que yo no sabía que iba a ser de esa forma." Si hubiera estado bien despierto, hubiera escuchado la Voz de Dios por medio del Profeta Mensajero de la Dispensación del Reino, el cual para el Día Postrero sería enviado para dar testimonio de estas cosas que deben suceder pronto. Y a medida que van sucediendo, él va identificando esas cosas con lo que ha sido prometido para esta generación.
Y para que todos conozcan estas cosas que deben suceder pronto, vean ustedes, el mismo Jesucristo nos dice en Apocalipsis, capítulo 22 y verso 16:
"Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias."
Para dar testimonio de estas cosas. ¿De cuáles cosas? De estas cosas que deben suceder pronto. Para eso El envía Su Angel Mensajero.
El Angel Mensajero del Señor Jesucristo es el último Profeta Mensajero dispensacional, es el Profeta de la Dispensación del Reino con el Mensaje del Evangelio del Reino, para con ese Mensaje dar testimonio de todas estas cosas que deben suceder en esta generación.
Por eso es que las palabras de Apocalipsis, capítulo 22 y verso 6, dan testimonio de este Angel Mensajero. Y dice así:
"Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto."
¿A quién envía el Señor, Dios, Jesucristo, para dar testimonio de estas cosas que deben suceder pronto? Dice que envía a Su Angel Mensajero. Dice: "ha enviado su ángel" ¿Para qué? "Ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto."
Toda persona que quiera conocer estas cosas que deben suceder pronto, que están profetizadas en la Biblia, irá directamente al Angel del Señor Jesucristo, recibirá su Mensaje, y en su Mensaje encontrará la revelación divina de todas estas cosas que deben suceder pronto en esta generación, en este Día Postrero, en este tiempo final. Para eso es que El envía a Su Angel Mensajero.
Este es el Angel Mensajero ungido con el Espíritu Santo, señalado para dar a conocer estas cosas que deben suceder pronto.
Ahora, Cristo había dicho en Apocalipsis, capítulo 4 y verso 1, con esa Voz de Trompeta había dicho: "Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas." Y luego en Apocalipsis 22, verso 6, las da a conocer por medio de Su Angel Mensajero; porque a Su Angel Mensajero El se las revela, y luego a través de Su Angel Mensajero las da a conocer a Su Iglesia en el tiempo final, en el Día Postrero.
La Iglesia del Señor Jesucristo como Cuerpo Místico de creyentes tendrá en su medio la Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, y como la Estrella resplandeciente de la mañana, velado y revelado en carne humana en Su Angel Mensajero en el Día Postrero, y en esta generación en la cual nosotros estamos viviendo.
PERO EL ANGEL DEL SEÑOR JESUCRISTO NO ES EL SEÑOR JESUCRISTO. Por eso cuando Juan el apóstol quiso adorarlo, el Angel del Señor Jesucristo le dijo que no lo hiciera. Apocalipsis, capítulo 19 y verso 9 al 10, está este momento en que Juan quiso adorar al Angel del Señor Jesucristo. Dice así:
"Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios.
Yo me postré a sus pies para adorarle. Y él me dijo: Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que retienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía."
¿Por qué el Angel no permitió que Juan lo adorara? Porque este Angel del Señor Jesucristo es el último Profeta Mensajero del Señor Jesucristo, donde Cristo estaría velado y revelado; pero siendo un profeta no permitiría que el pueblo lo adorara en el Día Postrero, y por eso tampoco le permitiría a Juan el apóstol adorarlo cuando Juan fue transportado al Día del Señor, al tiempo final, y en donde recibió la revelación apocalíptica de todas estas cosas que debían suceder a través de todos estos años que han transcurrido de Cristo hacia acá, y lo que falta por suceder.
Ahora, Juan el apóstol más adelante, en el capítulo 22 del Apocalipsis, luego que este Angel es enviado para dar a conocer estas cosas que deben suceder pronto, y a Juan el apóstol se las muestra con estos símbolos apocalípticos, luego que Juan vio y escuchó todas estas cosas, dice que... Dice, vamos a leer desde el verso 7 en adelante, de Apocalipsis 22, dice:
"¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro.
Yo Juan soy el que oyó y vio estas cosas. Y después que las hube oído y visto, me postré para adorar a los pies del ángel que me mostraba estas cosas."
¿Quién le mostró a Juan todas estas visiones apocalípticas? El Angel del Señor Jesucristo. Y luego que él vio todas estas cosas y escuchó se postró delante de los pies del Angel, a los pies del Angel que le había mostrado estas cosas, para adorarlo, y esto es por segunda vez, porque la primera vez fue en Apocalipsis, capítulo 19, verso 9 al 10; y ahora en Apocalipsis 22, verso 8 al 9, trata de adorar nuevamente al Angel del Señor Jesucristo.
"Pero él me dijo: Mira, no lo hagas; porque yo soy consiervo tuyo, de tus hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios."
Nuevamente rechazó la adoración de Juan, el Angel del Señor Jesucristo, y le dijo que adorara a Dios.
Ahora podemos ver que Juan se postró a los pies de este Angel, porque estaba viendo a Jesucristo velado y revelado en y a través de Su Angel Mensajero. Por eso es que las palabras de Cristo, de Apocalipsis, capítulo 4, verso 1, que dice con esa Voz de Trompeta: "Sube acá, y yo te mostraré las cosas que han de suceder después de estas," luego encontramos que es el Angel del Señor Jesucristo el que las da a conocer en Apocalipsis, capítulo 22 y verso 6; es porque el Señor Jesucristo está en Su Angel Mensajero dando a conocer estas cosas que deben suceder pronto. Es Jesucristo en Espíritu Santo en Su Angel Mensajero, revelándole a Su Iglesia todas estas cosas que deben suceder pronto, en el Día Postrero, en el cual nosotros estamos viviendo.
Ahora, ya han transcurrido dos mil años aproximadamente de Cristo hacia acá, y han sucedido muchas cosas de las que fueron mostradas aquí en el libro del Apocalipsis en esta forma simbólica. Y en esas cosas también el Angel del Señor Jesucristo estará dando testimonio; y sobre todo estará dando testimonio de las cosas que deben suceder en este tiempo final, cuando las siete etapas o edades de la Iglesia gentil han llegado a su final y la Dispensación de la Gracia ha llegado a su final, y se está entrelazando con la Dispensación de la Gracia la Dispensación del Reino.
Estamos viviendo al final de la Dispensación de la Gracia y al comienzo de la Dispensación del Reino; y por eso es que Jesucristo dice: "Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias," de estas cosas que deben suceder.
Y así como Dios envió a Jesucristo para traer el Mensaje correspondiente a aquel tiempo, y Cristo decía: "Yo no hablo nada de mí mismo, sino lo que yo oigo al Padre hablar, eso es lo que yo hablo..." Y en una ocasión orando por Sus discípulos, dijo: "Padre, santifícalos en la verdad, Tu Palabra es la verdad..."
El también había dicho: "Yo les he dado Tu Palabra y ellos la recibieron." Ahora, la Palabra del Padre, Cristo se la dio, porque Jesús fue enviado con la Palabra, el Mensaje, del Padre para el pueblo; y ellos, los discípulos de Jesucristo, recibieron esa Palabra.
Cristo dijo: "Mis ovejas oyen mi voz y me siguen; al extraño no seguirán, porque no conocen la voz de los extraños. Mis ovejas oyen mi voz y me siguen."
Ahora, todas aquellas personas que no querían escuchar a Jesús, El les dijo: "Ustedes no pueden oir mi voz, porque no son de mis ovejas."
Ahora, en la misma forma en que Jesús fue enviado por el Padre y el Padre le dio el Mensaje para el pueblo, ahora Jesucristo envía Su Angel Mensajero y le da el Mensaje a Su Angel Mensajero para que lo dé al pueblo; le da el Mensaje del Evangelio del Reino para que lo dé, lo predique, al pueblo, a la Iglesia del Señor Jesucristo, para que así todos los que son de Dios oigan la Voz de Dios.


CREER EN JESUCRISTO HOY

La convicción que Jesús de Nazareth ha resucitado entre los muertos constituye el fundamento, el contenido esencial, la razón de ser de la fe cristiana; aquello por lo cual el cristiano se mantiene o cae.
"Si Cristo no resucitó, el mensaje que predicamos no tiene ningún valor y la fe que ustedes tienen tampoco vale nada. Y nosotros resultamos ser testigos falsos" (1 Cor 15).
Los primeros cristianos no tuvieron una enseñanza fija como los discípulos de los maestros judíos, ni una legislación peculiar como los Fariseos, ni una organización evidente. Ni siquiera tuvieron una ideología que proclamar, como muchos otros movimientos (el Islam con su monoteísmo apasionado, el marxismo con su odio fanático al Capitalismo...). Lo único que los mantenía unidos era su relación personal con Jesucristo a través de los acontecimientos vividos por El, con El y en El.
"Nosotros no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído" (Hech 4,20)
Y "lo que vieron" en Jesús no fue alguien que enseña o trae una nueva ley; y ni siquiera alguien que salva por el mérito de sus acciones... L1o que vieron al fin fue una Humanidad Nueva, una Nueva Creación, un NUEVO SER.
"Lo que hemos oído y visto con nuestros propios ojos; lo que hemos mirado y tocado con nuestras manos es la Vida Eterna; es la Palabra de Vida que estaba con el Padre y se dio a conocer..." (1Jn 1).
Anunciado por los primeros testigos (Hech 1, 21-22) y transmitido a través del tiempo y del espacio por las generaciones sucesivas de creyentes, el Evangelio de la muerte-resurrección de Jesucristo ha llegado hasta nosotros. (1Jn 1,3).
CREER Y SALVARSE es participar de este NUEVO SER haciendo la misma experiencia de los apóstoles; es dejarse arrebatar y compenetrar por la imagen de esta NUEVA HUMANIDAD; revivir esta Fuerza creadora que nos re-hace, nos re-une y re-integra; compartir este coraje de vivir, esta Fuerza de amar que permite superar las ambigüedades y los determinismos de nuestra existencia.
"Total, hermanos, ya nos somos deudores de nuestra vieja condición humana que ha dejado de tener validez en nuestra vida. Si nos dejáramos dominar por ella, estaríamos abocados a la muerte. Pero si con el poder de Dios matamos las acciones de la vieja condición humana, viviremos.
Pues todos los que son impulsados por el Espíritu de Cristo son Hijos de Dios. El mismo Espíritu de aquel que ha resucitado a Jesús de entre los muertos nos garantiza de que somos hijos suyos. Por eso podemos estar seguros de que El ha resucitado a Cristo, también nos restituirá la vida, a nosotros que hemos compartido su muerte. Si somos hijos de Dios lógicamente somos sus herederos. Así participamos en todo lo que pertenece a Dios, exactamente como Cristo. Por lo tanto, si estuvimos vinculados a su padecimiento, estaremos junto a El en el Nuevo Mundo de Dios" (Rom 8).
La plenitud de vida alcanzada por Cristo está prometida a todos los hombres que opten por el amor y el servicio, como El.
La palabra de Jesús: "Quien acepta perder su vida por mí y por mi Evangelio la salva", no es una invitación al suicidio; es un llamado a esa fidelidad en el amor y en el servicio que trae consigo, más allá de todas las muertes parciales y de la muerte final, una vida cada vez más unificada, profunda y plenamente realizada al fin.
La REVOLUCION realizada por Cristo y que ha de ser continuada por todos nosotros, es la más grande de todos los tiempos. Sus resultados no se limitan a cambios parciales ya superados no bien alcanzados, como en las otras revoluciones. La revolución realizada por Jesucristo es esta: EL AMOR HA SIDO MAS FUERTE QUE LA MUERTE. Las barreras de la muerte han sido derribadas. Nuestra opción por el amor asume un valor de eternidad y no se limita al momento que la tomamos.
Para nosotros llegar a ser hombres LIBRES es realizar, poco a poco, la gran elección de la vida: optar como Cristo por el amor y el servicio de Dios en nuestros hermanos.
La resurrección de Jesucristo es la prueba de que ese es el único modo de no perder la vida y que es eficaz para la edificación del Mundo Nuevo, el Mundo de Dios.
Vivimos en una hora histórica de grandes cambios. Los "signos de los tiempos" nos hablan de "aceleración de la historia", secularización, personalización, socialización.
Culturalmente hablando, está naciendo un hombre nuevo (con la h minúscula); un tipo de hombre particularmente dinámico en el compromiso social y político, secularizado en su mentalidad religiosa,personalizado por su gran sensibilidad en la libertad y dignidad humanas, socializado por su abrirse a las relaciones, a la participación y a la corresponsabilidad. Sin embargo este "hombre nuevo" de la cultura actual, no es aún el Hombre Nuevo (con la H mayúscula) del que habla el Nuevo Testamento.
Si este tipo de hombre, que es fruto de estos tiempos, no re-nace en Cristo, puede degenerar y desfigurarse tanto como el hombre "instalado", supersticioso, infantil o individualista del siglo pasado.
Es, pues, urgente, para los creyentes, evangelizar la nueva cultura para dar forma en ella al verdadero Hombre Nuevo en Cristo.
"La originalidad del mensaje cristiano no consiste directamente en la afirmación de la necesidad de un cambio de estructuras, sino en la insistencia en la conversión del hombre que exige luego este cambio.
No tendremos un continente nuevo sin nuevas y renovadas estructuras; sobre todo no habrá continente nuevo sin Hombres Nuevos que a la luz del Evangelio sepan ser verdaderamente libres y responsables.
Sólo a la Luz de Cristo se esclarece verdaderamente el misterio del hombre".
(CELAM. Medellín, Justicia II,3-4)
Para el creyente cristiano, creer en Jesucristo hoy, significa:
1) Desarrollar un ser nuevo en el amor, según la doble línea:
+ ser con los demás y para los demás (sentido de la comunión fraterna experimentado y continuamente renovado en la vida de la comunidad);
+ ser de Dios hacia Dios (sentido renovado y personalizado de la oración, como actitud radical que asegura y exige el ser hermanos por que somos hijos de un mismo Padre).
2) Comprometerse en la liberación integral de la humanidad:
desarrollando una nueva conciencia de las responsabilidades personales y sociales, para construir una humanidad siempre más libre, por la lucha contra el pecado encarnado en las estructuras sociales y culturales.
3) Asumir y animar una conducta Nueva:
más allá de la ética y de las normas, considerando que el principal instrumento de eficacia para la "nueva creación" es el don-de-sí hasta el sacrificio supremo. (Insistir más en las iniciativas de la gratuidad del amor que en la obligatoriedad de las leyes)".